3/6/10

Una rueca de misticismo.

Hermético es el vacio, amuleto de la desconfianza del ser, bamboleo en un instante de presencia…cales y sulfuros..resiste a la envestida del tiempo, que es etéreo en la cordura, falaz de una indirecta del momento, termina en un aliento que presenta la orilla resplandeciente, saludos al navegante del Estigia, por el cual los dioses juraban sus más irrevocables promesas para acotar pensamientos rotos.

Terminable en el contexto del sin fin.

La banda de Moebius está girando, repasa y termina con el sin fin, enclaustrándolo en un texto vertiendo palabras, cualidades, solo quieres paz, solo pensamos en amor y trotamos en un contexto alucinaciones, tratadas por un camino de ausencia y vivencia de las torturantes amapolas del silencio.

Como se mide el conocimiento

Innecesario es colmar de explicaciones el origen de la palabra, este se encuentra perdido. ¿Qué explica el conocimiento?, ¿Qué nos indica? Sí hace referencia a nuestros fantasmas, indica y da pauta a los recónditos circuitos de las cuerdas, unificación de contenidos y de conexiones, en donde me situó en un lugar, un punto y no lo pienso perder. Pensar que la calamidad nos orilla al tejedor de sueños patentes de persecuciones e incansables delirios de grandeza, todo puede y todo se quiere.

1/6/10

El código del universo.

Unificar la perfección sobre el todo, mediante teorías que implican una vibración sonante, acaso se ha perdido el romance, o parte de la ausencia, es por la locura e indignación, darnos cuenta que el olvido irremediable del origen nos hace obvio que se vive con tendencias a la unificación de delirios e irremediables creaciones que nos llenan de sentido y bienestar al llegar a una pedestal de idolatría al perderlo todo.

Una idea agonizante.

Empecemos con sangre y licores, embriaguémonos con antaño y tendamos a recordar la presencia de la sombra que combate ante una ficción que tiene como objetivo control y alegría, convivamos a merced de un escrito y un tesoro mitológico que recrea la paz y la vulnerabilidad del ser ante la angustia de la soledad de una pareja de tiempo y arena, que despliega aceites y perfumes de extirpes, colocando así, entonadas canciones purpuras de melancolía, entablando acentos de certidumbre hacia un destino elaborado de borrascas de terciopelo azul.

Mirada de plastecía inculta.

Se necesitan más que ideas para vertír en una pasión electricidad y anhelos de ignorancia, mantener una estirpe es precisamente, fastidiar el vacilo de la suerte y contener una culpa insaciable por el ego y la identidad, firme y tranquilo será la disputa ente el conocimiento y el sentido de pertenencia, un cuentillo por ahí fugaz que nos mantenga al borde de una cornisa de jubilo y encantamiento por ese objeto incesante de ojos asesinos en la palabra muerta.

La gravedad de la ironía.

Palabras de enigmas y comportamientos de partículas diminutas de luz y felicidad, limite cósmico que nada en terrenos de rapidez y locura. Ni idea de cómo funciona el misterio de la constante de la repetición hacia patrones y bochornos que nadan en un universo de mentiras paralelas de fantasías que influyen en la realidad que experimenta la catástrofe y la inclusión de la nada, esporádica y evanescente de la eternidad.